Ética en acción: cómo enfrenté un dilema laboral sin romper la armonía del equipo
Trabajar en el mundo de la seguridad privada te enfrenta a decisiones difíciles. No solo estás gestionando riesgos externos, sino también lidiando con la presión interna de actuar siempre con profesionalidad, incluso cuando la situación es ambigua. En una ocasión, me vi obligado a intervenir ante una actitud inapropiada de un compañero. No éramos amigos, y hablar del tema representaba un riesgo para el ambiente de trabajo. Aun así, supe que debía actuar.
Una delgada línea entre el respeto y la omisión
La situación era delicada: había detectado irregularidades leves en la conducta de un compañero, que no llegaban a ser una infracción grave, pero sí comprometían la imagen del equipo y la confianza que se espera de nosotros. En este sector, donde los límites éticos son claros, mantener la integridad no es opcional. Sabía que, si no decía nada, me convertía en cómplice pasivo.
Lo más complicado no fue detectar el problema, sino decidir cómo abordarlo sin crear una confrontación innecesaria. La tentación de callar por no generar conflicto era fuerte. Pero la ética, la moralidad y el sentido de profesionalismo me empujaron a actuar.
Una conversación incómoda, pero necesaria
No éramos amigos, solo compañeros. Aun así, lo abordé con respeto: le expliqué que, como parte del mismo equipo, necesitábamos garantizar un entorno profesional. Que no era algo personal, ni un juicio sobre su persona, sino un recordatorio de que el equipo solo funciona si todos mantenemos los mismos estándares. Le dejé claro que no buscaba generar un vínculo más allá del laboral, sino preservar la responsabilidad compartida.
Para mi sorpresa, la conversación fue bien recibida. No hubo consecuencias negativas, y el comportamiento se corrigió. El ambiente laboral no se deterioró, al contrario: la actitud proactiva fortaleció la cohesión del equipo.
Conclusión: firmeza con respeto, siempre
Esta experiencia reafirmó mis valores: actuar desde la ética no tiene por qué ser confrontativo. Con respeto, claridad y sin cargar las acciones con juicio, se puede proteger tanto la integridad del equipo como la armonía en el entorno laboral. Nuestro papel en la seguridad no es juzgar, sino detectar, intervenir y prevenir. Eso también aplica dentro del equipo.
¿Has tenido que decir algo incómodo para proteger la ética del grupo? A veces, la integridad exige incomodidad momentánea a cambio de respeto duradero.
Bassy Bololo Riokaló
Criminólogo por vocación, aprendiz constante y soñador insomne.
Aquí comparto lo que la teoría no enseña y la experiencia confirma.